La nueva cultura del agua es, hoy, algo más que una reivindicación. La red está llena de referencias y experiencias solventes y contrastables que nos permiten aproximarnos a los retos de un recurso imprescindible para la vida, escaso en muchos lugares y que, desgraciadamente, podemos ligar directamente a la salud de millones de niños todo el mundo.
UNICEF calcula que más de 400 millones de niños sufren por una falta de acceso seguro a este recurso. Es más, en la mayoría de países en vías de desarrollo, la falta de infraestructuras condena a niños y mujeres a la penosa tarea de ir a buscar agua, a menudo a kilómetros de distancia, lo que deja muchos niños fuera de la escolarización. La organización mundial cree que la falta de agua potable contribuye anualmente a la muerte de 1.5 millones de niños menores de 5 años, debido a la diarrea.
Este año, el Día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo, está dedicado subrayar el dramático vínculo entre el recurso y nuestra salud, entre el derroche y mal uso y nuestros hábitos y costumbres alimentarias. El agua y la seguridad alimentaria es el tema de una convocatoria que quiere remarcar datos llenos de urgencia: mil millones de personas viven en el mundo en condiciones de hambre crónica, mientras los recursos hídricos están amenazados por la presión de grandes obras y malas prácticas. Un ejemplo: el 30% de los alimentos producidos en el planeta no se consume y se tira. Y un dato para acompañarlo: para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua y para producir un kilo de trigo, 1.500.
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