15 de agosto. En realidad no nos vamos a referir a esas nubes que están en el cielo y que muchas veces lo que anuncian es tempestad. Nos referiremos a la nube informática que viene anunciando ahorro, sustentabilidad ambiental, en el uso del tiempo y otros recursos, y flexibilidad cuando de almacenar y accesar a información se trata.
La nube es el nombre que se ha dado a un espacio físico donde puedes acceder para almacenar información de igual forma como lo haces cuando usas tu computadora y sus periféricos para tal fin, pero en Internet, con todas las ventajas y desventajas que esto acarrea. Es realmente ventajoso porque puedes acceder a tu información desde cualquier parte del mundo en que te encuentres, fácilmente, y puedes compartir información a nivel mundial, ahorrando tiempo, recursos y disminuyendo la contaminación; pero, ¡ojo! la información ya no te pertenece porque la almacenaste en servidores externos, tienes acceso a ella siempre y cuando tengas acceso a internet, y puede ser blanco de piratería informática eventualmente.
La velocidad del acceso a tu información será mayor o menor dependiendo del ancho de tu banda pero siempre será menor a la velocidad que te impone tu disco duro.
A pesar de estas últimas desventajas citadas -siempre en un análisis hay que considerarlas- te invitamos a dar un paseo por la nube informática y a evaluar su uso como práctica empresarial sustentable.
La nube
¿Por qué les dio por llamar nube al espacio? Este nombre viene de esa imagen visual que s expresa a través del verbo cuando expresamos tener la información “allá arriba”, “guindada”, “en la nube”, virtualmente hablando. Esto es equivalente a decir tener la información en la nube de internet. Así se habla de subir o bajar información, cargarla o descargarla, en fin, nada del otro mundo, un cambio en la terminología conocida pero si usando un sitio diferente para almacenarla.
Más allá del concepto de la nube, tenemos el de Tecnologías Verdes que engloba a la nube y a otras tantas tecnologías que hacen un uso eficiente de los recursos computacionales minimizando el impacto ambiental, maximizando su viabilidad económica, asegurando deberes sociales y promoviendo el reciclaje computacional. Por contraste, las otras tecnologías se conocen como consumidoras de energía y productoras de desperdicios ambientales.
Lo esencial desde el punto de vista ambiental es que estas las tecnologías verdes no solo reducen el consumo de energía sino que también reducen la emisión de dióxido de carbono. Cuando hablamos de computación en nube “cloud computing”, virtualización o computación grid, estamos hablando de tecnologías verdes.
Toneladas menos de emisiones
El Carbon Disclosure Project (CDP) -Proyecto de divulgación del carbono- en su informe titulado "Cloud Computing: la solución de IT para el Siglo 21", ha apuntado el gran ahorro en emisiones de dióxido de carbono -gas con efecto invernadero- que la computación en nube puede proporcionar. El CDP es una organización internacional independiente sin fines de lucro que mide emisiones de gases con efecto invernadero, eficiencia de uso de agua y estrategias de cambio climático en miles de organizaciones en todo el mundo, posee la mayor base de datos de cambio climático corporativo del mundo, acopia data y la suministra como base de información necesaria para la toma de decisiones financieras y la definición de políticas empresariales.
En su informe, CDP ha establecido que “para el año 2020 las empresas de los Estados Unidos con ingresos superiores a US $ 1 mil millones acelerarán la inversión en servicios públicos y privados en la “nube” al 69% de los presupuestos de su infraestructura, plataformas y software que podrían ahorrar 85,7 millones de toneladas métricas de CO2 anuales, el equivalente a casi 200 millones de barriles de petróleo. De igual manera esa acción representaría en ahorro energético anual un monto de U$S 12.3 millones. Según la investigación del CDP, la computación en nube puede ayudar a las organizaciones a reducir su consumo energético y sus emisiones de CO2, ahorrando a la vez tiempo y dinero, y aumentando la eficiencia operativa.
Uno de los investigadores del informe, Stuart Neumann, establece un ejemplo claro e ilustrativo con una empresa de alimentos y bebidas con ingresos de $ 10 mil millones que después de transferir su aplicación de recursos humanos a una “nube” pública podría reducir las emisiones de CO2 en 30.000 toneladas métricas en poco más de cinco años. Los beneficios financieros de un uso más eficiente de hardware, el consumo de energía reducido en centros de datos y un equipo de apoyo reducido significa que las empresas pueden lograr un retorno de la inversión en menos de un año.
¿De dónde provienes las emisiones ahorradas?
Las emisiones que nos podemos ahorrar al implantar la computación en nube vienen asociadas al mejor uso de la energía eléctrica, tanto en los trabajos como en los centros de datos, como del aumento de la eficiencia de los servidores y equipos en red; también se asocia a la accesibilidad de data e información desde donde estás, sin necesidad de trasladarte, disminuyendo así el consumo de combustibles fósiles por uso de vehículos automotores.
El mayor impacto de la computación sobre el ambiente, o obstante, lo asocian a las emisiones generadas por la electricidad necesaria para ejecutar el hardware físico de computación.
En Venezuela pueda que no estemos totalmente en las nubes, pero quien no conoce sobre esta posibilidad, bien valdría la pena que la investigue y la evalúe. Se espera que para el año 2020 la computación en nube represente el 69% de la inversión en tecnología de la información, por encima del 10% que representa en la actualidad. Probablemente dentro de algunos años habrá un monitor, un teclado y una especie de enchufe inteligente, nada más.
ecoticias.com
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