17 de junio de 2011. Las políticas de inclusión no sólo tienen que ver con la dimensión social sino que tiene que tomar en cuenta otras dimensiones como la económica y política. El hecho es que hasta ahora la sociedad hegemónica se ha resistido a aceptar a la Amazonía y sus poblaciones indígenas como parte del proyecto nacional o cuando lo ha hecho la perspectiva ha sido, y es todavía, cómo se integran al proceso de globalización de la economía. No en vano la Amazonía sólo se hace visible cuando surgen cíclicamente periodos de boom económico en base a la explotación de sus recursos naturales o cuando surgen conflictos socioambientales.
Esta falta de incorporación real de la Amazonía y los pueblos indígenas en el proyecto nacional han provocado fracturas que sólo se traducen en conflictos socioambientales sino que también tiene correlato en impactos ambientales o sociales que tratan de ser minimizados en nombre del crecimiento económico y la modernidad. Para entender la relación entre interculturalidad y gestión territorial sostenible hay que profundizar sobre las múltiples formas de entender la Amazonía.
Habría que caer en cuenta que hay múltiples formas de entender la Amazonía. Una variable corresponde a la forma cómo se vive, se siente y se manifiesta la ocupación física y cultural de la Amazonía. Así podemos reconocer diferentes perspectivas: i) geográfica, ii) ecológica, y iii) económica (corredores económicos). Estas diferentes perspectivas no siempre calzan entre sí. Además el tema se complejiza cuando se reconocen:
• Los biomas
• Los mapas de distribución de especies animales y vegetales
• El dominio vital de especies
• Los espacios históricos culturales
• Las redes viales
• Las rutas de caza por parte de las poblaciones indígenas
• Las rutas de migración. Entre otras miradas,
Además no sólo se trata de cómo las poblaciones ocupan los espacios y hacen uso de los recursos naturales sino también se incorpora la mirada externa atendiendo a consideraciones geopolíticas orientadas a favorecer la expansión de proyectos de explotación de los recursos naturales renovables y no renovables en el marco de una economía globalizada. No una sino muchas miradas e intereses que rebasan ampliamente las fronteras geográficas de los países.
Se supone que los procesos de zonificación ecológica y económica (ZEE) y de ordenamiento territorial (OT) tratan de captar esta diversidad de miradas e intereses. La pregunta es ¿lo logra? Habría que analizar por qué existen resistencias internas para implementar decididamente los procesos de ZEE y OT. No sólo se trata de una organización sectorial del Estado que no logra compatibilizar sus diferentes planes, programas y proyectos.
Habría que analizar también en qué medida los instrumentos de gestión tales como los Planes Concertados de Desarrollo o los Presupuestos Participativos logran captar las diversas formas de ocupación del espacio. Aunque se reconoce la importancia de organizar la gestión en torno a una visión de cuencas con enfoque sistémico una serie de factores limita una visión y práctica de desarrollo territorial sostenible.
Regionalismos de raigambre histórica e intereses económicos inciden fuertemente para que se fragmenten los ciclos ecológicos. Los intentos de gestión ambiental ordenada chocan con intereses internos y externos que se resisten, en nombre de la necesidad o lo codicia, a mantener la integridad de los ciclos geoquímicos, hídricos y de flujo genético.
En medio de todo este complejo proceso se insiste en una propuesta asimilacionista de los pueblos indígenas. La propuesta de modernización por medio del mercado es altamente seductora y termina influyendo en diversidad intensidad sobre los procesos de aculturación. De esta manera se pretende cambiar la diversidad por la simplificación de los ecosistemas. La simplificación social también es planteada como una manera de favorecer el libro flujo de los mercados.
La diversidad lingüística también corresponde a la diversidad cultural que se manifiesta en múltiples cosmovisiones y cosmosentires. Los monocultivos y las sociedades culturalmente homogéneas aparecen entonces como grandes aspiraciones para favorecer la expansión de los mercados, el incremento de consumidores más allá de la condición de ciudadanos.
Para avanzar en genuinos procesos de desarrollo territorial sostenible es imperativo reconocer que somos varias culturas y que ello constituye un valioso activo que hay que saber gestionar. La diversidad cultural encierra una gran energía cultural que aporta en la construcción de sociedades sustentables. El fortalecimiento de las identidades y el orgullo étnico constituyen condición fundamental para la gestión territorial sostenible.
De ahí el gran reto no sólo de construir políticas interculturales sino incorporar el enfoque intercultural en la vida cotidiana de la nación. Significa recrear los imaginarios y las representaciones sociales para reconocer que la Amazonía y los pueblos indígenas forman parte importante de nuestro legado cultural y de proyecto país. El gran reto de los tiempos es cómo avanzar hacia una gobernabilidad democrática intercultural.
ecoticias.com
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