30 de marzo de 2011. La grave contingencia sufrida por Japón, producto del terremoto y después tsunami, que puso fuera de control la central nuclear de Fukushima, ubicada al noreste a 373 kilómetros de Tokio, reavivó la reflexión mundial sobre la seguridad del uso de este tipo de energía. Potencias como EEUU y Francia, han salido a su defensa, fundamentalmente, porque son esos dos países, los casi exclusivos vendedores de estas tecnologías nucleares. Sus principales voceros, han minimizado el accidente de Japón y lo evalúan como un evento aislado, sin mayores percances.
América Latina, tiene una historia relativamente reciente en el uso de esta tecnología. Comercialmente, apenas 6 reactores nucleares funcionan para este fin: dos en Argentina (Atucha I en Buenos Aires y Embalse en Córdoba), dos en Brasil (en Angra dos Reis) y dos en México (Laguna Verde I y II en Veracruz). Siendo Argentina, el país latinoamericano que tiene los reactores más antiguos de la región. Atucha I empezó su producción de electricidad en 1974 y Embalse en 1983, las cuales contribuyen a la generación eléctrica del país en un 6%. Igual, desde el 2006, Argentina ejecuta una expansión nuclear con un presupuesto de $3.5bn, que incluye la construcción de un segundo reactor en Atucha, llamado Atucha II. Su expectativa es la de lograr un aumento de su capacidad en un 150%.
También Brasil se ha planteado una expansión similar, y para ello, planea construir cinco nuevos reactores en los próximos 15 años, donde estiman aumentar la capacidad en más de un 400%, incrementando la contribución nuclear a la matriz eléctrica de un 3% al 10% en el 2025. En México, 5% de la electricidad se genera con la energía nuclear. Desde el 2007, se ha ido elaborando un plan para aumentar la capacidad de Laguna Verde en un 20%. Estiman adquirir ocho nuevos reactores antes del 2025.
La crisis nuclear de Japón, definitivamente impactó la opinión en la subregión. Y la instalación de plantas nucleares para la producción de electricidad en Latinoamérica, ya no luce como una idea de vanguardia, desarrollista o estratégica. Perdió su “ángel”, ese “boom” que supuestamente connotaba una gran idea. Los señalamientos de los ambientalistas no se hicieron esperar. Se maximizaron las alertas antes las pretensiones iniciales de desarrollar o continuar desarrollando este tipo de energía.
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