A los 24 años de la catástrofe en Chernobyl

26 de abril de 2010. Hace 24 años Ucrania vivió uno de los accidentes nucleares más grandes ocurridos en la historia de la humanidad, el accidente en la planta de Chernobyl.


La tarde del viernes 25 de abril de 1986, la plantilla del reactor número 4 del complejo nuclear de Chernobyl se preparó para realizar un experimento para el día siguiente. El objetivo era averiguar el tiempo que estarían las turbinas girando y produciendo energía si se originaba una caída del suministro eléctrico. Se trataba de un test que suponía ciertos riesgos, pero ya había sido realizado con anterioridad. Como parte de la preparación desactivaron algunos sistemas de control críticos, incluyendo los mecanismos de seguridad para la parada automática.

Después de la 1:00 de la madrugada del 26 de abril se produjo una caída del caudal de agua de refrigeración y la potencia de la central comenzó a subir. Minutos después un operario intentó detener el reactor para dejarlo en modo de baja potencia, pero provocó un aumento muy brusco de la misma, consecuencia de errores previos y de fallos de diseño. Este aumento ocasionó una explosión de vapor que destrozó la losa de 1.000 toneladas que cubría el edificio de contención del reactor. Hubo una fusión del núcleo del reactor y luego una segunda explosión que arrancó fragmentos del ardiente y altamente radiactivo núcleo de combustible nuclear. La entrada de aire provocó la combustión de varias toneladas de bloques aislantes de grafito que, cuando empieza a quemarse, es casi imposible de detener.

La explosión liberó una cantidad de radioactividad al medioambiente 200 veces mayor que la desprendida por las bombas atómicas lanzadas en 1945, por Estados Unidos en la segunda guerra mundial, en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

La consecuencia inmediata del accidente fue la muerte de 31 personas, 2 por la explosión y 29 a causa de la radiación. Todas formaban parte del personal de la planta. Igualmente muchas hectáreas de campo quedaron inutilizadas por la deposición de material radiactivo. Teniendo en cuenta las dosis recibidas por los 135.000 habitantes de los alrededores.

Para evitar la liberación de más radioactividad se tuvo que realizar una construcción, apresurada y en condiciones difíciles, de acero y hormigón de 50 metros de altura conocido como el sarcófago. Estos trabajadores, aún a costa de sus vidas, pudieron enterrar 200 toneladas de material altamente radioactivo pero debido tanto a la premura de medios como al alto nivel de riesgo y a la gran rapidez con que tuvieron que llevar a cabo su acción, no pudieron hacer el sarcófago totalmente hermético y las grietas empiezan a agravarse. La superficie total de todas las hendiduras existentes supera los 1.000 m2; por si fuera poco, la acción de las sustancias radioactivas ha favorecido la aparición de partículas que desgastan a la misma.

En la actualidad, más de cinco millones de personas viven en zonas todavía contaminadas. Muchos de ellos sufren niveles elevados de ansiedad, síntomas físicos muy diversos sin explicación médica y una mala salud subjetiva en comparación con los habitantes de zonas no expuestas. La desafortunada combinación de vivir en tierra contaminada y el consumo de alimentos afectados por la radioactividad está incrementando y agudizando los daños sobre la salud.

Además de las víctimas mortales ya mencionadas y las malformaciones congénitas y deformaciones que, como consecuencia de las mutaciones, están apareciendo entre la población nacida después del accidente, los índices de diversas enfermedades están aumentando en todo el área.

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