Los tejidos de fibras naturales (papel) contienen celulosa que podría tener una aplicación muy importante: la fabricación de etanol como biocombustible. Realmente, cualquier producto vegetal (biomasa) serviría para fabricar etanol a partir de la celulosa, desde plantas cultivadas sin usos alimentarios hasta astillas o serrín de madera.
Algunos estudios demuestran un menor impacto ambiental respecto a otros combustibles. La obtención de etanol a base de celulosa, emite muy pocas cantidades de partículas contaminantes, por lo que los costes ambientales y sanitarios del etanol celulósico son menos de la mitad que los de la gasolina. Concretamente, emiten un 88% menos de emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmosfera y no afectaría al precio de los alimentos, como sucede en el caso del maíz en el que Estados Unidos es el primer exportador del mundo de este cereal.
Mientras tanto, muchas empresas trabajan para mejorar su proceso de fabricación. Sin embargo, el etanol celulósico debe mejorar su eficiencia económica y tecnológica para su comercialización a gran escala sea viable, ya que se proceso de fabricación supone un gran esfuerzo para producir moléculas de azúcar simple que se consigue por el calentamiento de la biomasa o el tratamiento con ácidos.
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